Habían sido unas lluvias muy fuertes, en el oeste de la isla, azotando al macizo de Teno. Y afectando de manera clara al barranco de Masca, que es el desahogo principal de una cuenca. Toda la lluvia, toda el agua se precipitaba por los barrancos de manera violenta. Nosotros lo ignorábamos porque no había llovido tanto, en el norte de la isla, en La Orotava. Eran los 90’S y no habían los pronósticos meteorológicos que manejamos hoy en día. Se oía el rugir del agua, que violentamente, bajaba encajonado por el barranco de Masca. Al llegar al puente vimos como una palmera había sido casi arrancada de sus raíces, y yacía en el suelo. Yo tenía 20 años y no pude resistir la tentación de ir a ver mas abajo, a descubrir y fotografiar el barranco de Masca lleno de agua. Mientras los demás se daban la vuelta hacia el caserío de Masca. Yo bajé corriendo, con mi cámara de fotos. Llegué como pude, metiéndome en el agua hasta la cintura, para poder cruzar el cauce varias veces. Pasé la presa, bajé saltando el canal, que iba a rebosar de agua, y que antes del 2002, estaba en funcionamiento. Hasta el lomo de los dragos pude avanzar. A partir de ahí, el barranco de Masca se estrecha y el agua alcanzaba varios metros de altura, y comenzando a acelerarse. La visión fue impresionante, desde la piedra, donde se divisan los dragos. Cascadas, de agua golpeando y arrastrando piedras que se perdían en la curva que hay justo debajo del roque de los dragos. Mas no se podía, después de hacer varias fotos volví. El barranco de Masca, no se pudo bajar en los siguientes dos meses. Y cuando se pudo volver bajar, recuerdo que lo bajábamos nadando, y saltando de cascada en cascada, eran los 90’S y teníamos 20 años. Por cierto ese año había florecido el drago de Icod, y es algo que no había pasado en 60 años. Y la gente contaba que cuando esta sucedía, venían tiempos de lluvias fuertes. Y así fue
Además del rugir violento, del agua y el caudal del agua al llegar al puente. La imagen que me impactó mas ver fue ver la palmer en el suelo. Es conocido, la capacidad, para sobrevivir a fuegos y lavas como en La Palma, el año pasado. La palmera canaria, es un portento de fuerza sobrenatural. La imagen de las Phoenix canariensis, resistiendo a la lava, del volcán, es un ejemplo natural de resiliencia. La palmera del puente del barranco de Masca, sobrevivió. Se arqueó durante los últimos 30 años, para volver a recuperar la verticalidad buscando el Sol. Y aunque sufrió el incendio que quemó todas las palmeras de Masca en el 2007. Volvió a brotar de su cuerpo ennegrecido el verde de sus hojas. Hoy en el 2023, la palmera sigue viva, con unas pocas raíces la mantienen agarrada a la roca, y mirando al cielo volvió, a dar frutos.