No recuerdo, exactamente, que año, pero mas o menos fue por esa época. Teníamos un grupo de alemanes, y éramos dos gfuías Fátima y yo. Fátima era, una guía que cuando eso, trabajábamos juntos, por cierto una gran guía. No había aviso, meteorológico de ninguna perturbación, cerca de Canarias. Era un día normal, en todos los aspectos, ningún aviso de contingencia meteorológica. Recuerdo, que cuando, nos aproximábamos a Masca, por la carretera del Baracán, o Buenavista, en la guagua. Cuando pasas a la vertiente sur de la montaña, el cielo estaba, de un color extraño, como casi violeta. Aquí en Canarias, no estamos acostumbrados a las tormentas de verano, que hay en Europa, simplemente, no sucede. Las tormentas por bajas Térmicas continentales, no existen aquí. Prácticamente vivimos en el océano, fue una situación extraña. Solo lo vi esa vez, y además, fue extraña, para todo el mundo. Nadie fue informado, las estaciones meteorológicas en Canarias, nadie. Bajamos, con la sospecha, de que pudiera llover algo, cuatro gotas al final del sendero, nada mas. Y así fue, no llovió, hasta el último cuarto del camino. Comenzó a serenar, o llover con poca intensidad, pero gotas grandes. Y de repente, era como si hubiera abierto el cielo. Pero nosotros nos encontrábamos, en el final del barranco de Masca, y además aceleramos la marcha. Comencé a ayudar con mayor intensidad, ya que el camino, se puso, mas peligroso. El basalto, y el agua, no son nada recomendables. En un par de minutos habíamos salido del barranco de Masca, gracias nuestro gran trabajo. Siempre mirando hacia el barranco, cruzábamos el cauce, cuando era necesario. Salimos por el camino antiguo, el que va por la cueva, evitando el lecho del barranco de Masca. Y cuando llegamos al mar, caían los rayos sobre el agua de la bahía, de Masca. Y todo el acantilado, de Los Gigantes, era una gran catarata. Y entre rayos abandonamos, la bahía de Masca, hacia el puerto de los Gigantes, donde nos esperaba nuestra guagua. Todos enchumbados, pero a salvo. Los clientes, dentro de la guagua, nos dedicaron un gran aplauso, por nuestro saber actuar, ante hecho, tan sorpresivo. Saber gestionar, un desastre, del que nadie fue avisado. Es algo que no suele, pasar, pero que puede volver a pasar. Una tormenta, cuando te encuentras en un cañón, y las condiciones, meteorológicas a las que se tenían acceso, no indicaba. Aunque el color del cielo, me hizo sospechar, e hizo que bajáramos mas ligeros. Un ejemplo claro de la teoría del caos, o las leyes de lo impredecible, que los humanos y nuestra nivel tecnológico todavía no controlamos. La meteorología, no es aún una ciencia 100 por 100 certera. Para que vuelva haber una tormenta, en Masca, no tiene, porque estar anteriormente anunciada. Y el océano, las montañas, el barranco, son factores, que suman en lo impredecible, y que vuelven mas peligroso, cualquier suceso.
Historias, del Barranco de Masca.